jueves, 5 de noviembre de 2009

Los papafritas de la generación del ‘86



(Por Osobuko. Puteame a ososbuko10@gmail.com Sí, aún no tengo espacio en un medio hablando de la importancia de los Bloggers. Y qué. Ah y tampoco estoy 10 años para juntar los 100 pesistos de anuncios)

Obsecuentes, cultores de la mística ganadora, bah sindicados como ganadores por la genialidad del Diego en el Mundial de México, fracasados –según su culto al triunfo- en cada uno de los proyectos como entrenadores en la Argentina, golpistas –dicen algunos- de quien deberían estar agradecidos de por vida, el Tata y el Checho no paran de hundir el prestigio que alguna vez consiguió Pekerman en el seleccionado.

Cuando en la Argentina, empezó la era de los juveniles, conseguir un Torneo o alcanzar una buena posición, no era una faena difícil. Por qué. Porque la mayoría de los pibes Sub… ya tenían roce en primera. Con lo cual, jugar con amateurs en los Sudamericanos o en los Mundiales era pan comido.

Pero la mística del Tata, alguien que se desbocó verbalmente con chicos de 16 años aduciendo que no ganar era un fracaso sin contemplar que aún son categorías formadoras, hizo agua ante el poderoso Colombia, con Krupsky y Villalba, dos jugadores con partidos en la primera de Independiente y River, respectivamente.

Claro que su fiel mentor, el Checho, ya había marcado el camino con una misión imposible: dejar afuera a la Argentina en una competencia tan complicada como el Sudamericano con un plantel integrado por players con varios partidos en primera.

Y bue, menos mal que Diegote sigue. Porque con el Tata y el Checho, tal vez, ni siquiera hubiéramos clasificado.